Pesa

A veces la frialdad mata,
Y más cuando es tan repentina,
Que de manera vespertina,
Sin nocturnidad pero con alevosía,
Se carga la algarabía,
De esa historia compartida,
Que se crispa,
De repente.

Bebí de malas fuentes,
Y ahora estoy intoxicado,
Mal del mal enamorado,
Manque buen enamorador,
Al que le sobró valor,
Pero no cabeza,
De callarse con destreza,
Los males del corazón...

Así que halló,
Un muro llamado raciocinio,
Y para arreglar el estropicio,
La desquició,
Y con más bravura que razón,
Insistió en la proeza,
De llegar a ser dos,

Cuando siquiera sé ser uno,
Así que perdón,
No sé que falló,
Pero lo siento,
Pero no me arrepiento,
De haber luchado,
Por lo que nadie creyó.

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