Justa

Sorpresa matutina,
La jueza que juzga,
Fue gusta,
Dejó a un lado la mentira,
Y habló,
Juzgo como juzgan,
Los jueces divinos,
Con el corazón...

Descorché tanto vino,
Para celebrar su decisión,
Que ahora escribo,
Como un ignorante supino,
Ebrio por la graduación,
De este caldo divino...

Pero volvamos al tema,
Me sorprendió,
Que por una vez la jueza,
Juzgase con el corazón,
Y no con la cabeza,
Gracias a su revelación,
Aún es posible...
Que yo pueda. 

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